¡Ya puedes adquirir mi libro desde Amazon!
¿Cuándo, cómo y dónde se estableció que el hombre debe representar a la mujer?, ¿qué significa e implica esa representación?, ¿la Biblia y otros textos de similar importancia contienen este precepto?, ¿cuánto existe de natural y de cultural en este tipo de expectativas?
¿Fueron las fuerzas físicas, necesarias para la caza, pesca y otras acciones de supervivencia, las que sentaron las bases de la representación masculina? Si aceptamos esa idea ¿cómo se explica que no siendo ya éstas un factor determinante para la supervivencia humana, aún sigue esperándose la representación masculina, cualquiera sea su significado?
¿Es la representación masculina un producto social, revestido de justificaciones biológicas?, ¿qué han querido decir con esa frase las integrantes de diversas generaciones de mujeres?, ¿qué implicaba representar a esas mujeres para los hombres de cada época?, ¿cuáles eran los contextos en que una frase como esa cobraba sentido?
¿Significa lo mismo esta frase en labios de nuestras abuelas y madres que para nuestras jóvenes profesionales, con una autonomía importante en sus vidas?, ¿qué entiende el hombre actual por representar a una mujer?, ¿una joven de un sector popular querrá decir lo mismo que su congénere de otro estrato socioeconómico?, ¿sabe cómo hacerlo el hombre de hoy? Y, especialmente: ¿cuál es su importancia en la relación de pareja?
Las respuestas a estas y otras inquietudes son la justificación y relevancia de este libro, ya que “un hombre que me represente” es una expectativa que enlaza, une o desune, tiende puentes o los rompe, produce expectativas en unas y otros acerca de las funciones masculinas: su cumplimiento o no tendrá un fuerte impacto en la calidad de cada relación de pareja.
Extracto de "Un hombre que me represente"
Comentarios
Publicar un comentario