"A mi me pegaban y soy buena persona"

"A mi me pegaban y soy buena persona"

Es frecuente oír personas que defienden la idea de que tratar con dureza (física y verbal) a los niños no les hace daño. Su argumento es "a mí me pegaron y soy una buena persona". 

No dudo que existan buenos ciudadanos, buenas personas, entre quienes siendo niños se les disciplinó con violencia física y verbal. Pero también puedo asegurar que la mayoría de esas mismas buenas personas llevan consigo un niño interno herido, una baja autoestima, un alma dolorosa que, aunque sobrevivió a los golpes, aún resiente los malos tratos recibidos en nombre de la disciplina y el amor.

Por supuesto, los padres y cuidadores deben fijar límites a sus hijos, pero las formas, métodos y maneras son muy importantes. Aunque logremos formar buenos ciudadanos y buenas personas con golpes e insultos, estaremos lastimándoles emocionalmente, hiriendo su autoestima. Y esas mismas buenas personas irán por la vida, tal vez teniendo éxito, pero siendo, muy adentro, gentes tristes, resentidas o con unas muy pobres concepciones de sí mismos.

Por lo tanto, recomiendo a padres, madres, educadores y toda persona responsable de niños y adolescentes, procurar establecer los límites adecuados con métodos libres de golpes físicos o verbales. Si es posible, pero hay que "abrir la mente" y escuchar. 

Los psicólogos, especialmente los que trabajamos en psicoterapia, a diario vemos en nuestras consultas a esos niños, ya adultos, profundamente lastimados, por estos métodos que, aunque no rompen huesos (muchas veces si) destrozan el alma.

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