El amor de pareja


Posiblemente no existe mayor preocupación humana que amar y recibir amor. Todos los grandes textos y autores han centrado parte de su atención en el mismo. Desde la Biblia se nos invita a “amar al prójimo como a nosotros mismos” y a “amar a Dios sobre todas las cosas”. Miles de canciones, novelas, relatos, leyendas y poemas colocan al amor y al desamor como centros de sus alegrías y pesares.
¿Qué decir del amor, o del amar? Es mucho lo que puede plantearse y debatirse, sin pretender que son las palabras definitivas al respecto. Un enfoque proveniente de la psicología social clasifica el amor en: (1) amor ágape; (2) amor filial y (3) amor erótico. El primero es el profesado entre humanos, por el sólo hecho de serlo, es amor al prójimo, sin distinciones de ningún tipo. El segundo se manifiesta entre familiares consanguíneos o afines. Finalmente, el tercero se refiere a aquel donde se conjugan el afecto y el interés sexual o erótico. En este artículo el enfoque es sobre el llamado amor “erótico” o de pareja. Otro modelo señala que en el amor encontramos tres rasgos que, según se combinen, generan distintos tipos de relaciones. Habla del compromiso, entendido como el deseo y esfuerzo por permanecer en la relación; de la intimidad, concebida como la apertura emocional y la honestidad recíprocas y, finalmente, de la pasión, comprendida más allá del deseo sexual, matizando intensamente todo aquello que se hace.     

¿Qué es el amor erótico o de pareja? 

Sencillamente se trata de la atracción sexual y/o afectiva hacia una persona del mismo u otro sexo, que se orienta a establecer una relación con esa persona. Es difícil redactar una definición sin incurrir en la subjetividad. También es cuesta arriba ofrecer fórmulas para que resulte bien. Podríamos tratar de ofrecer algunas claves que nos permitan diferenciarlo de otros sentimientos. Erich Fromm señala una especie de síndrome de personalidad madura que posibilita una relación de pareja sana. Indica cuatro rasgos que diferencian un amor sano de otros que no merecen dicho nombre. Señala estas características: (1) preocupación por la persona amada, (2) cuidado, (3) responsabilidad y (4) respeto. Estas características deben entenderse con sumo cuidado pues no necesariamente tienen el mismo significado que comúnmente atribuimos a estas palabras. Lamentablemente, estas características son poco comunes entre las personas que dicen amarse. En el terreno de las relaciones de parejas pocas veces encontramos que lo anterior se cumpla cabalmente.

¿Cómo se define un amor maduro?

Según Fromm, en su libro “El Arte de Amar”, la preocupación por la persona amada es un genuino deseo por su bienestar, acompañado de acciones que lo concreten. Sin embargo, se precisa de ciertos límites en ello. Preocuparse por alguien no es ocuparse plenamente de esa persona hasta el punto de anularle y no dejarle crecer. Tampoco es asumir el rol de “padre” o “madre” de nuestra pareja. Es importante evitar el papel de “salvador”, el cual se define como hacer por alguien lo que esta persona podría y debería hacer por sí misma. Cuando “salvamos” a alguien, aparentemente le ayudamos y mostramos preocupación; pero estamos impidiendo que crezca y evolucione, haciéndose cargo de sí. Es importante preguntarnos si en el fondo no está nuestra necesidad de que nos necesiten. 
Fromm propone que si amamos a alguien, cuidamos de esa persona. Se debe señalar límites en dichas acciones. Tal cuidado debe ocurrir entre adultos. Es frecuente observar que algunas esposas “cuidan” de sus parejas como si éstos fuesen sus hijos. El cuidado de una persona debe separar las responsabilidades de cada quien. Si se trata de una relación entre adultos con capacidades de autocuidado, entonces las acciones de su pareja deben tener ciertas limitaciones.
El respeto no debemos entenderlo sólo como actitud de reverencia, cortesía o distancia entre personas. Es la capacidad de percibir a la otra persona en sus propios términos, tal cual es y no como deseamos o necesitamos que sea, y respetar esa individualidad. Es muy frecuente entre parejas la pugna por imponer al otro sus puntos de vista acerca de cómo ha der ser esa persona y de cómo ha de ser la relación. Nos es difícil “respetar” a la otra persona, y deseamos que se amolde a nuestras expectativas y fantasías. Respetar no significa estar de acuerdo con todo lo que la otra persona es. Más bien implica que reconozco en él o ella la existencia de una persona distinta a mí, y que no necesito que se amolde a mis deseos para hacerme feliz.
Responsabilidad también es un término que se presta a confusión. No debe entenderse como obligación. Fromm señala que es la capacidad de ser sensible a las necesidades de otra persona y “responder” a las mismas. La responsabilidad precisa de límites. Se trata de la empatía, sensibilidad y disposición y estar atentos a sus requerimientos. No eres responsable de las necesidades de otra persona si ésta posee las capacidades para hacerse cargo por sí misma. 
            Dudas frecuentes en el amor de pareja.-     
¿Cómo sé si es amor? ¿Cómo saber si se mantendrá en el tiempo?, ¿Cómo saber si habrá la compatibilidad necesaria para que la relación funcione? Estas preguntas rondan en nuestras mentes con frecuencia. En medio del deseo sexual es difícil responderlas.
Nuestra cultura coloca en términos similares la pasión y el amor y estima que es incorrecto “el amor pensado”, es decir, si los sentimientos son pensados o razonados entonces no son tales. El amor romántico es de reciente data. En siglos pasados predominaban otras variables para la formación de pareja. Hoy, cada persona dispone de un altísimo margen de elección personal, lo cual pone sobre si la responsabilidad de hacerlo adecuadamente. 
Para elegir bien se precisa estar bien. Muchas elecciones sentimentales son hechas desde el miedo, la soledad, la carencia, la fantasía, la inmadurez, etc. Por eso, sus bases son endebles. Para estar bien y elegir bien se precisa paz, aceptación, respeto, amor, conciencia, amistad, compromiso y sana autoestima. ¿Cómo se logra? Una de las vías es mediante el crecimiento personal, donde el apoyo terapéutico puede ser de gran valor. Es imposible elegir adecuadamente desde la carencia, pues estas necesidades direccionarán las decisiones. Es como elegir qué comer bajo un apetito atroz, sin dinero y tiempo. Distinto es decidir qué comer sin hambre, con suficientes recursos y tiempo.
Lo que nos dicta la cultura.-
Para bien o mal, el atractivo físico es la variable más frecuente para que una persona se fije en otra. Sería importante abrir otras posibilidades, y no ser esclavos de preceptos socioculturales que nos incitan solamente a fijarnos en lo aparente. Existen otras variables que nos llevan a fijarnos en otra persona. Están impregnados de valores o rasgos socioculturalmente designados como deseables: apariencia física, estatus socioeconómico, formación académica, posesiones materiales, edad, etc.
“Los opuestos se atraen” es un decir en las elecciones de parejas. Pero personas con profundas diferencias en edad, intereses, religión, estatus socioeconómico, etc., suelen fracasar en su relación, pues su éxito precisa de cierta compatibilidad en las mismas. Es importante saber que las diferencias en una relación de pareja no son necesariamente negativas, pues las mismas, si son comunicadas, negociadas y respetadas pueden llevar a que ambas partes se nutran y crezcan.
¿Y si las personas involucradas son similares en las áreas ya mencionadas? Ello asegura cierta estabilidad. Pero es importante que cada persona preserve su individualidad, sin que sea un obstáculo para la conformación del “nosotros” que una sana relación precisa.
Una fórmula balanceada a la hora de amar.-
Intimidad emocional, pasión sexual y compromiso son tres elementos que deben estar presentes y en equilibrio en una relación de pareja satisfactoria. Si existe intimidad y compromiso, pero no hay pasión, podría predominar la amistad. Si en una pareja sólo existe la pasión y el compromiso, pero no la intimidad, esa pareja carece de la amistad entre ambos. Si existe intimidad y compromiso sería una pareja donde ya el fuego se ha apagado y, en su lugar existe una alta amistad y el deseo de permanecer juntos. Si en una pareja sólo encontramos pasión, sin intimidad ni compromiso, sería una relación efímera, la cual durará mientras exista dicha pasión.
Este par de preguntas quedan para tu reflexión: ¿Cuánto de intimidad, pasión y compromiso existe en tu relación de pareja? ¿Qué podrían hacer ambos para balancear la presencia de estos tres elementos en su relación?

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