Potencia tu madurez emocional


 Sobre la madurez emocional

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Tratemos de definir a una persona madura. Son varias sus características. Un elemento fundamental es la responsabilidad. Somos responsables cuando asumimos adecuadamente la cuota de causalidad que nos corresponde en lo que ocurre y, en consecuencia, tomamos decisiones: mantener el comportamiento o modificarlo y disculparnos, si fuese necesario. 
Existen personas que asumen NADA de responsabilidad de sus acciones. Van por la vida repartiéndola entre familiares, amigos, circunstancias, Dios, la vida, etc. Por supuesto, asì JAMÁS crecerán. Otras personas asumen TODA la responsabilidad, cayendo en el error de atribuirse aquellas que realmente no les corresponden. Entonces, la culpa los mata diariamente.

En este caso estamos hablando de una de las características de la madurez: atribuir causas de manera realista, que es una característica esencial en una persona madura. Es establecer correctamente, sin distorsiones, nuestras  responsabilidades y la de terceros en lo que ocurre. Esta persona no evade sus responsabilidades, amparándose en la suerte, las estrellas o el zodíaco. Puede disculparse, asumir las consecuencias de sus acciones u omisiones y plantearse cambios en su comportamiento, como producto de las experiencias. Esta forma de actuar le permite crecer y evolucionar. Por su parte, la persona inmadura juega a responsabilizar SIEMPRE a otros de lo que sucede, cuando los resultados no son de su agrado. Si lo son, no duda en atribuírselos, aunque no sea cierto. NUNCA tiene responsablidad en lo que sucede, pues es una "víctima" de los demás, de la vida, del destino, de Dios, de las estrellas, etc.

Otro de sus elementos es la gestión adecuada de las emociones, lo que hoy es llamado "Inteligencia emocional". Consiste en reconocer y gerenciar adecuadamente las emociones propias. También incluye reconocer las emociones ajenas. Es hacerse cargo de la emocionalidad propia y de sus consecuencias, evitando los extremos de reprimir o negarlas o ser arrastrado por las mismas.
Somos emoconalmente maduros cuando sabemos reconocer lo que sentimos, qué lo ha causado y disponemos de habilidades para encauzar constructivamente esas emociones.
Un versículo bíblico ayuda a entenderlo: "Airáos pero no pequéis", esa frase nos invita a expresar nuestra ira o rabia, con la condición de no cometer pecado, que sería dañar a terceros, a nosotros mismos u ofender a Dios.

La madurez se caracteriza también por una forma asertiva, no pasiva ni agresiva, de comunicarme con los demás, de relacionarme con el otro, y ¿por que no? conmigo mismo. Una persona madura sabe comunicar asertivamente sus opiniones y deseos, respetando los de los demás. Una persona madura ejercita una mirada realista ante la vida. No se hunde en el pesimismo y tampoco delira por un optimismo excesivo. Sabe balancear realidad con ilusiones.

Es importante que identifiquemos y abandonemos ciertos mitos sobre lo que es la madurez. No se trata de cantidad de años, canas o arrugas. Se puede tener 50 y ser muy inmaduro. Tampoco es ser alguien muy serio y formal, que nunca ríe ni se divierte.
La madurez se trata de cómo me relaciono con el otro y conmigo mismo; cómo me comunico; cómo gestiono mis emociones; cómo percibo la realidad; cómo hago atribuciones sobre lo que sucede y la responsabilidad que asumo.
 
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