Cómo tomar buenas decisiones
Tomar decisiones es optar entre dos o
posibilidades, siempre que sea posible. Se realiza para resolver una situación
presente o que podría presentarse después. Puede aplicarse en cualquier entorno
sea éste laboral, familiar, personal, sentimental o empresarial. Para
Hellriegel y Slocum (2004) la toma de decisiones es un “proceso de
definición de problemas, recopilación de datos, generación de alternativas y
selección de un curso de acción”. Stoner, (2003) la entiende como “el
proceso para identificar y solucionar un curso de acción para resolver un
problema específico”.
¿Cómo tomamos decisiones en el plano
individual?
Capacidades como el razonamiento y el
pensamiento nos permiten elegir una solución ante un problema o circunstancia.
Otras capacidades son importantes: análisis, síntesis, comparaciones.
Existe un fenómeno conocido como economía cognitiva, el cual consiste en la
automatización de ciertas acciones intelectuales, las cuales evitan que a cada
momento debamos partir de cero. Es decir, disponemos de datos, los cuales
ponemos en acción cuando afrontamos situaciones similares. De no ser así
estaríamos en una permanente regresión al infinito, obligados a empezar de
nuevo cada vez. De esta manera, los prejuicios, estereotipos, paradigmas,
axiomas y dogmas cobran valor.
En la vida cotidiana estamos obligados
a tomar decisiones. Unas más difíciles que otras. Frecuentemente lo ejecutamos
casi mecánicamente y rápidamente resolvemos situaciones cotidianas: qué comer,
adónde ir, qué decir, etc. Otras circunstancias nos exigen más detenimiento,
pues los impactos de las decisiones son más importantes para nosotros. Entonces
pensamos con más calma acerca de casarnos, mudarnos, estudiar, invertir,
etc.
Las decisiones se pueden tomar
teniendo en cuenta diferentes aspectos, como la frecuencia, la importancia, el
margen de acción, el contexto, la relación costo/beneficios, el marco ético de
los involucrados, las creencias, etc.
Las decisiones programadas resuelven
situaciones repetitivas o rutinarias. Sirven para solventar problemas
recurrentes. Generan economía cognitiva, pues al estar automatizadas no
necesitamos pensar demasiado y nuestra mente queda libre para centrarse en
situaciones más exigentes o creativas.
Hay situaciones imprevistas o poco
frecuentes que demandan decisiones más complejas. La dificultad para tomar este
tipo de decisiones obedece a lo poco frecuente del problema a resolver o de la
complejidad de la situación.
La indecisión es la dificultad para
optar entre posibles opciones, ya que estamos en conflicto. Los conflictos son:
atracción/atracción: dos opciones nos atraen y sólo podemos elegir una;
atracción/evitación: lo que queremos tiene aspectos que nos gustan y que
nos desagradan; evitación/evitación: elegir entre dos opciones,
igualmente desagradables. Una indecisión tiene tras de sí algunas causas:
información insuficiente o poco clara sobre las implicaciones de la decisión o
sobre las opciones; dilemas éticos sobre las posibles decisiones; conflicto de
intereses.
Te ayuda a tomar una decisión si
respondes Si o No a las preguntas: ¿Quiero?, ¿Puedo? y ¿Debo?
Cuando una de estas respuestas es diferente a las demás estás en conflicto y en
indecisión. Ejemplo: Debo y Puedo, pero no Quiero
Existen diferencias entre las personas
a la hora de tomar decisiones. Unos son más atrevidos e impulsivos, mientras
otros son más precavidos y comedidos. Evidentemente la autoconfianza es
importante en estas situaciones. Personas inseguras, perfeccionistas u
obsesivas tendrán más dificultad para elegir.
La inseguridad, perfeccionismo u
obsesión son aprendizajes. Un entorno autoritario hace que los hijos no tengan
una autoconfianza adecuada y no aprendan a decidir. Un ambiente sobreprotector
afecta su capacidad para decidir y arriesgarse. El nivel de motivación también tiene importancia a la
hora de elegir. La calidad y cantidad de información que se tenga ayuda a
dilucidar la decisión a tomar. El crecimiento profesional, laboral y personal
puede resultar afectado por la incapacidad para tomar decisiones.
Los seres humanos, a diferencia de los
animales, estamos “obligados” a elegir permanentemente; al punto de que
no elegir es, en última instancia, una elección. Esto nos invita a pensar en lo
importante que es elegir bien. Si estás indeciso pregúntate por las razones:
estado de ánimo, relevancia de la decisión, cantidad de opciones, miedo al
cambio, experiencia con situaciones similares, nivel de autoconfianza,
expectativas, información disponible, etc.
Trata de identificar cuáles son los
pensamientos y emociones que están detrás de la indecisión. Te servirán para
detectar qué te está deteniendo y tomar acciones. Si fuese posible, es conveniente que
pospongas cualquier decisión importante, para no hacerlo bajo fuertes emociones
o circunstancias pasajeras o momentáneas.
Acopia la mayor cantidad de
información posible para tomar decisiones. El modelo de análisis FODA es
ideal para toma decisiones. Significa: Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y
Amenazas. Las Fortalezas y Debilidades se refieren a características personales
respecto de una decisión posible. Las Oportunidades y Amenazas son elementos
del contexto que podrían estar a favor o en contra de una posible decisión
En la toma de decisiones algunos
procesos cognitivos son sumamente útiles, por eso conviene conocerlos y
practicarlos. Indudablemente la observación, que no solamente significa ver o
mirar, es un paso esencial. Implica centrar los sentidos en alguna situación o
fenómeno. Comparar también es de suma utilidad Se trata de establecer
relaciones entre dos o más situaciones.
A medida que obtengamos información
útil debemos clasificarla y organizarla para después convertirla en acciones.
Una vez que optamos debemos ponerla en práctica, asumiendo sus consecuencias.
Después conviene evaluar los resultados de nuestra decisión, dejando abierta la
posibilidad de replantearla a la luz de los mismos. La cantidad y calidad de la
información que tengamos nos coloca en grados de certeza o de riesgo al tomar
decisiones. A mayor información es más probable adoptar decisiones menos
riesgosas. Existe un margen de probabilidad de que suceda un evento, impacto o
consecuencia indeseables. Es decir, aun contando con suficiente información, no
podemos asegurar con absoluta certeza el resultado de alguna decisión.
Nos ayuda procurarnos información de
otras fuentes, especialmente de aquellas sobre las que incida nuestra decisión
y personas que hayan vivido situaciones similares. A esto lo llamamos
retroalimentación y es de mucha utilidad. Mientras más explícitamente definamos
la situación, recopilemos y analicemos profusamente los datos, y después
evaluamos las opciones, cumpliremos un mejor proceso para decidir.
Entre las personas existen diferentes
estilos para decidir. El estilo directivo está definido por poca tolerancia a
lo ambiguo y un enfoque del pensamiento absolutamente racional. Otras personas
muestran un estilo conceptual. Son personas con una gran tolerancia a la
ambigüedad y un modo de pensar intuitivo. Aquellas personas cuyo modo de pensar
es intuitivo, y su tolerancia a la ambigüedad es baja, se definen como de un
estilo conductual a la hora de decidir.
¿Cómo eres a la hora de decidir?
¿Quieres
que te acompañe a tomar algunas decisiones?
Llámame:
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@psicopedro29
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