Cómo Disciplinar sin Malcriar ni Maltratar
Reflexionemos: ¿por qué es necesario disciplinar a los niños? ¿Qué pasaría si no se les disciplina? ¿A qué se debe la necesidad de que los niños y todo ser humano precisa de recibir un conjunto de normas y reglas? lo cual llamamos "Socialización".
Son varias las razones. A diferencia de los animales los seres humanos tenemos una naturaleza inacabada. No estamos programados para que en determinado periodo o lapso ya haya finalizado o quede prácticamente cerrada la posibilidad de cualquier modificación. Con un ejemplo se entiende: un tigre a los dos, tres años o cuatro años es todo lo tigre que un tigre puede ser; lo diríamos también de un perro, gato o pájaro: a determinada edad, dependerá de cada especie, será todo lo perro, gato, tigre, león o pájaro que pueda ser, porque sus naturalezas son acabadas o finitas.
A diferencia de los animales, no puede uno señalar que una persona a los cincuenta años ya están agotadas sus posibilidades y que ya nada puede hacer. A esa edad o a otra pudiera estudiar, emprender, darle cambios a su vida, girar en trescientos sesenta grados, renunciar a unas metas y proponerse otras o abandonar todas las metas.
Habrá cuestiones que por razones de orden biológico quedan imposibilitadas. Digamos que a los sesenta años, excepcionalmente, una mujer pueda resultar embarazada y concebir. Pero allí son razones biológicas, no culturales, no sociales. Posiblemente a los ochenta y cinco años un hombre o una mujer no mostrarán las mismas energías que tendrían a los treinta años y las limitaciones de tipo físicas son mayores; pero ello no quiere decir que intelectual, social y culturalmente haya ese cierre que si se produce, o ni siquiera existe, en los animales.
Por lo tanto, una primera reflexión es que la naturaleza humana es inacabada a diferencia de la naturaleza animal y por ello es que el niño necesita desde temprana edad, la progresiva inoculación de limitaciones. Ésto debe hacerse bien; no se trata de dar límites a golpe y porrazo o no fijarlos. Se trata de, progresivamente, según la capacidad de entendimiento del niño, según su momento evolutivo, ir llevando ese conjunto de limitaciones para que tengamos como futuro un adulto sano, emocionalmente hablando.
Los animales a diferencia de los seres humanos no eligen sus respuestas. No optan entre hacer o no hacer, tomar esta o aquella decisión; simplemente responden. Podríamos decir que en los animales hay algún residuo de afectividad cuando notamos que nuestra mascota es cariñosa y nos espera, nos busca.
En el ser humano no podemos garantizar que ante situaciones siempre responderá de una sola y única forma posible, porque inclusive ante eventos iguales, los humanos respondemos igual o distintamente. De forma que no se puede equiparar la naturaleza humana con la naturaleza animal, la primera es inacabada y la segunda está programada.
Otra razón para darle límites sanos a nuestros niños y adolescentes es que la sociedad está llena de límites y fuera del hogar recibirá limites, contenciones y muchas veces no los recibirá con suavidad. Pudiera incluso intervenir lo que llamamos la "violencia legal", que es cuando el Estado hace cumplir las leyes, mediante una pena corporal o presidio o una multa. Es decir, la sociedad está llena de límites y suele sancionar "a las buenas" o "a las malas", cuando los límites son transgredidos. Con a las buenas y a las malas me refiero a "dentro o fuera del marco legal".
Si usted consiente en exceso a su niño está incurriendo en la fantasía de que todo el mundo va a tratarle así, dentro y fuera del hogar, y de paso le está "vendiendo" la idea falsa de que todo el mundo le tratará así; lo cual no es cierto. No le estoy invitando a que trate de un modo severo a sus hijos, pero tampoco a que malcríe o no le fije límites adecuados. Hay que buscar un balance necesario entre la firmeza y la amabilidad en la crianza de los hijos.
Una justificación también importante es porque el niño, sobre todo en sus primeros años, por sí solo no podría darse los límites y, en todo caso; tampoco querría dárselos. Progresivamente adquirirán las capacidades necesarias para el autocontrol.
Si esto lo discutimos desde alguna escuela de la psicología, que llamaremos genéricamente “Psicología Dinámica”, el niño está “gobernado” o “regido” por “El Principio del Placer", con lo cual se intenta decir que lo que se procura es el disfrute, en términos muy amplios y lógicamente entendiendo esto en un contexto infantil. El niño lo que pretende es tocar, oler, explorar, probar y jugar. De un niño muy pequeño, quien está conociéndolo todo es lógico esperar que tenga una enorme "sed" o curiosidad por saberlo todo y por preguntarlo todo, tocarlo todo, olerlo todo, por lo tanto el niño no dispone de la información necesaria para conocer dónde están los límites y cuáles serían las consecuencias de ciertos actos, de hacerlos o no hacerlos.
Se supone que, al mismo tiempo, bajo el llamado “deber ser”, el adulto (asumamos que es una persona emocionalmente madura) regiría su conducta por el llamado “Principio de la Realidad”: se supone que dispone de información y de experiencias que le permiten saber qué se debe hacer, qué no se debe hacer, que le permiten conocer cuales son las consecuencias de sus actos, de si hace o deja de hacer, que es capaz de hacerse cargo de sus comportamientos y conocer sus consecuencias, y, especialmente, que dispone de autocontrol, que puede elegir si hacer o no hacer en este momento o dejarlo para después; o no hacerlo, o cómo hacerlo y cuando hacerlo.
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