La función socializante de la familia

La función socializante de la familia le era prácticamente exclusiva cuando ésta representaba una unidad productiva. Recagno (1982) sostiene que en sociedades como la occidental, caracterizadas por el capitalismo, el consumismo y la importancia de los medios de comunicación, la publicidad y el mercadeo, ya no son las familias ni los adultos los únicos ni más importantes agentes socializadores. Sobre los niños influyen distintos elementos que condicionan sus percepciones, creencias y comportamientos. Lo anterior parece revelar un trasfondo comercial en la relevancia que han cobrado los niños en la sociedad.

Una vez que la familia torna en una agrupación nuclear y se inserta en la ciudad, la función socializante pierde fuerza, puesto que ha tenido que compartirla con entes influyentes como los medios de comunicación, la escuela, los grupos de pares, etc. Petitcollin (2005) ilustra lo anterior al decir: la familia se ha replegado a su aspecto más nuclear: los padres y sus hijos (p. 29). Una consecuencia de ello es que las interacciones paterno-filiales resultan modificadas, en especial, las orientadas a controlar y limitar el comportamiento de los niños.