Fragmento de mi nuevo libro: "Un hombre que me represente"


Para mi mamá era un logro y un orgullo haberse casado y formado una familia, lo cual pregonaba cuando discutía con mi hermana, planteándolo como la realización máxima para una mujer. Que ella lo dijese así no sorprende, pues eso fue lo que se le inculcó en su hogar campesino. La respuesta de mi hermana era un ¡gran vaina!, burlón y desafiante. Ella relata que, como si fuese poco, nuestra madre alardeaba de haberse casado por la iglesia, menospreciando a aquellas que sólo lo hicieron por civil, o que no cumplieron ninguno de los dos procedimientos. Al escribir esto recuerdo que años después, mi mamá diría en medio de risas, burlándose de sí misma, que se había casado por las tres: por la iglesia, por civil y… por pendeja.


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